El río Tahuando, en cuya orilla fue la única jornada libertaria en donde el libertador Simón Bolivar desenvainó su espada. Existe la historia de cómo el libertador de América se salvó de morir, refugiándose tras esta emblemática piedra.

Al norte de la calle Oviedo, donde terminaba la parte urbana de la ciudad y nos encontramos con el profundo corte que serpentea el río Tahuando, en medio de huertos y lugares de ensueño, se ubica el paseo Bolívar, balcón natural, desde donde se puede apreciar la generosidad de la naturaleza con su gama interminable de coloraciones y caprichosas formas que conjugan el agua, la roca, el cielo y el verdor azulino de sus prados.