Leyenda andina
Todo comenzó un día en que la gente amaneció soñando con agua. Ese mismo día los cuyes habían amanecido alborotados también, como si presintieran algo extraño. Nadie sabía lo que pasaba hasta que un pájaro empezó a revolotear con el chisme.
- ¡Ya viene! ¡Ya viene! Escóndanse todos -dijo. ¡Es muy grande! ¡Muy grande!... Era un gigante nunca visto o imaginado. Llegaba desde tierras desconocidas y se acercaba amenazante. Cuando caminaba su barriga se movía como gelatina, y de igual manera sus cachetes que eran de color de tomate riñón.
- Wraaaaau!- gruñó.- ¡Qué lindo y cuantos colores!. Este es el valle más bonito que he visto en mi vida. Cuántas montañas! ¡Qué hermosos paisajes!- exclamó el gigante.
El gigante estaba muy hambriento y empezó a devorar todo lo que encontraba a su paso. Sin duda su comida favorita eran los puercos y las vacas y con dos bocados le bastaba para terminar con ellos y no desperdiciaba un solo hueso.
- ¡Qué sabroso! – exclamó el gigante. Esta comida está para chuparse los dedos. Además de ser un gigante tragón, también era andariego y travieso. Por ejemplo, utilizaba las montañas como resbaladeras y lamia la nieve de los nevados como si fueran helados. Un día después de jugar, quiso darse un baño y fue a buscar una laguna para poder nadar.
- ¡Ay que calor!-dijo. Y qué cansancio, necesito un chapuzón. Primero llegó a Yahuarcocha, el agua parecía tibiecita. Se quitó toda la ropa hasta quedar culillucho y se lanzó al agua.
- ¡Ayayay mi pancita! ¿Qué clase de laguna es esta? ¡¡Ayayay rarau, me arde mi tierna pancita!! La verdad es que la laguna resultó muy poco profunda para el tamaño de la panza, por eso el grandulón se dio un buen panzazo. Después de tremendo chasco fue a buscar otro lugar, y en apenas en tres pasos llegó a la laguna de Cuicocha.
- Mmmmmm, esta laguna está muy elegante-. Antes de sacarme la ropa voy a meter los pies para medir su profundidad. ¡Uh! Que decepción, el agua solo me llega hasta los tobillos. ¡Qué laguna más tramposa! Mejor me voy a otro sitio, aquí no me alcanzo a bañar ni las orejas.
Luego, dio seis pequeños pasos, saltó el Fuya-Fuya esa cadena montañosa que estaba cerca y llegó hasta las Lagunas de Mojanda. Se paseó por las tres y escogió la más grande para su baño.
- Esta laguna está calladita. Por su color oscuro parece la más profunda. Pero, por si las moscas primero voy a meter la punta de los pies a ver qué pasa-. ¡Achachay! El agua está helada. Ya se me puso la piel de gallina. No aguanto más, mejor me voy a otro lado antes de quedarme congelado.
Estaba claro que gigante era un tembleque para el agua fría. Así que se puso rápidamente de pie y huyó resbalando por el pajonal.
Unos pasos más abajo encontró el lago San Pablo a los pies del Imbabura. Al ver su belleza y la alegría de las garzas y chilca panes, el gigante se emocionó tanto que pensó que ese sería el lugar perfecto para quedarse a vivir.
- ¡Ah! En esta laguna si podré bañarme-. Parece calentita y también profunda. Aquí me baño. Aquí me quedo. Si señor!
Entonces dio un paso, dos, tres, pero no encontró profundidad. El agua apenas le llegaba a las rodillas.
- ¡Demonios! ¿Será que no me voy a poder bañar? ¿Qué es lo que pasa aquí? Estas no son lagunas, ni siquiera charcos. Parecen cochas de lluvia-. Malhumorado se retiró del lugar, y cuando ya se estaba dando por vencido divisó en el cerro Imbabura un diminuto brillo que parecía una gota de agua.
- Vaya!, ¿seguimos con las cochas de lluvia?...
Era la laguna del Cunro, una pequeña y humilde formación en lo alto del cerro. De todas maneras, el gigante se acercó con mucha cautela. Y cuando descubrió que se trataba de una mínima fuente de agua, se echó a reír a carcajadas.
- Jajajajaja, pero que cosa tan ridícula. Nunca he visto una cocha tan pequeña, y tan fea como esta-. Ni siquiera serviría para lavarme las uñas de los pies. Me parece que metiendo el dedo gordo la dejó sin agua, jajaja. Vamos a ver qué pasa.
Con gran sorpresa el gigante exclamó - Ohhh! es más profunda de lo que creía-. Y el agua le fue cubriendo los tobillos, las rodillas, los muslos, la panza, el pecho. - ¿Qué?, ¿que está pasando?. Creo que me estoy hundiendo demasiado. Me parece que me estoy ahogando. Me ….ahogo. ¡Auxilio! ¡¡Sáquenme de aquí!!-. Y el agua le llegó hasta el cuello, y le seguía cubriendo hasta hacerlo desaparecer. Cuando el gigante se dio cuenta y quiso agarrarse del borde del cerro Imbabura, pero ya era demasiado tarde…. La laguna lo chupaba más y más. - Auxilio!!! Glu glu glu…-. Fue lo último que se escuchó.
Por burlarse de la apariencia humilde de la Laguna de Cunro, el gigante se ahogo en la laguna más pequeña del valle. En el cerro quedó una huella de su último intento de salvarse, un hueco en forma de ventana en la cumbre del cerro Imbabura con la huella de uno de sus dedos que no
pudieron sostenerlo.
Que manera de pagar por la arrogancia! Las historias de la laguna de Cunro es una fábula popular de la provincia que tiene varias versiones, y es parte de la riqueza y cultura de los pueblos del Imbabura Geoparque Mundial.
Autoría: Daniela Quiroz y Patricia Rengel, estudiantes de la universidad Yachay Tech, San Miguel de Urcuquí-Imbabura.